SURA 113, EL AMANECER
SURA 113, EL AMANECER
SURA 113, EL AMANECER
La sura 113 es la penúltima sura del Corán y la primera de un par de capítulos que fueron revelados al mismo tiempo. Sus temas son similares y se les conoce como "las suras del refugio".
Cuando el Profeta Mujámmad (Dios lo bendiga) estaba divulgando el mensaje de Islam, la oposición en su contra se iba haciendo cada vez más intensa. Los incrédulos de La Meca trataban de interrumpir su misión de cualquier forma posible, incluso diseñando planes para dañar e incluso matar al Profeta Mujámmad. Dios, entonces, instruyó específicamente al Profeta Mujámmad y a los creyentes en general, para que busquen refugio en Él de cualquier fuente de temor, visible o invisible, conocida o desconocida.
El Amanecer es una sura muy corta de solo cinco aleyas. Su título está tomado de la última palabra del primer versículo. Al falak significa una división longitudinal, fisura o hendidura. Cuando se utiliza con la palabra alba significa el inicio del amanecer.
La sura comienza con la misma palabra que la sura anterior a ella y con la misma que la sura siguiente. Esa palabra es "di", el imperativo de "decir", en árabe "cul". Esta sura junto con las suras 112 y 114 son conocidas como "las tres cul". Por las tradiciones del Profeta Mujámmad sabemos que hay muchos dichos auténticos que recomiendan recitar estas tres suras para buscar la protección de Dios a lo largo del día y de la noche. Así, en la sura 113, Dios comienza: Cuando busques refugio en Mí, di estas palabras.
Aleya 1 Buscar refugio en el Creador de todo
Un significado más profundo de la palabra falak es crear o traer a la existencia. Con referencia a la fisura o división, denota que Dios es Quien divide la semilla, trayendo vida de lo que está muerto. Dios, el Señor de toda la creación, trae luz a las tinieblas. El Sol, cuando sale, se divide a través de la oscuridad de la noche. Se busca refugio en Aquel que expone todo lo que estaba oculto en la oscuridad y otorga seguridad al encender la luz del día.
Aleya 2 Refugiarse en Dios de todo mal
Buscar refugio en Dios es buscar refugio en el Poder Supremo al que ningún mal puede combatir ni oponerse. Él es refugio no solo de los males del mundo sino también de los males del Más Allá.
En algunas traducciones de esta sura al español, se encuentran estas palabras: "Del mal que creó." Algunas traducciones modernas han cambiado esto por el mal de las cosas creadas, a fin de aclarar que el mal se les atribuye a los seres creados que lo hacen y no al acto creativo de Dios, que está libre de mal desde toda perspectiva. El mal o aquello que contiene el mal, sin embargo, es un subproducto del acto creativo de Dios, porque Él es el creador de todo.
Aleya 3 Protección del mal que viene con la oscuridad
La segunda aleya buscaba la protección del mal en general. Ahora, la aleya tres es más específica. Tipos particulares de mal provienen de la oscuridad de la noche. Los criminales y perpetradores de la maldad, los animales salvajes, los asaltantes y bandidos que saquean y destruyen, utilizan la oscuridad para ocultar su acecho y su ataque. Dios nos ordena buscar refugio en Él de los males y las calamidades que descienden con la noche. Buscamos refugio en el Señor del amanecer de los males de la oscuridad nocturna.
Aleya 4 Protección contra la brujería
Dios menciona esto como la siguiente gran fuente de maldad. Esto incluye todas las formas de hechicería, magia y brujería, mediante las cuales se engaña a la gente para que actúen o piensen de manera que no es natural. Existen muchas formas de brujería por todo el mundo, y en su mayoría incluyen la creencia en que ciertas personas pueden influir en los demás a través de rituales, fórmulas o actos particulares. Esta aleya se refiere en especial a una forma de brujería que llevaban a cabo las mujeres de Arabia en esa época, atando nudos en cuerdas y soplándolos para lanzar hechizos. Dios es el Protector último, ningún poder es capaz de cancelar Su autoridad.
Aleya 5 Protección de la envidia y los celos
El mal del envidioso es la tercera fuente de mal mencionada. La envidia es la reacción negativa que una persona siente hacia otra cuando la primera recibe bendiciones y bondades de parte de Dios. Es un rencor sin fundamento, que a menudo se acompaña por el deseo de que dichos favores cesen. La palabra árabe usada aquí para la envidia es jasad, que significa envidia destructiva o maliciosa, y esa es una de las emociones más destructivas que una persona puede albergar hacia sus semejantes, y que puede causar un daño incalculable.
Esta sura cubre las tres cosas más terribles que pueden dañar a las personas. La lección más importante que nos enseña es que, si una persona se encuentra con alguno de estos tres males, debe buscar protección, pero solo en un lugar, que es Dios Mismo.