THE QURAN ON THE EXPANDING UNIVERSE AND THE BIG BANG THEORY
THE QURAN ON THE EXPANDING UNIVERSE AND THE BIG BANG THEORY
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Los musulmanes creen que el Corán es la revelación final de Dios. Ellos creen que es la palabra literal de Dios, revelada a lo largo de muchos años a Su Profeta final, Muhammad, que la misericordia y las bendiciones de Dios sean con él. El Corán está lleno de sabiduría. Está lleno de maravillas y gloria de Dios, y es un testimonio de Su misericordia y justicia. No es un libro de historia, de relatos o un texto científico, a pesar de que contiene todos estos géneros. El Corán es el mayor regalo de Dios a la humanidad, es un libro como ningún otro. En el segundo versículo del segundo capítulo del Corán, Dios describe al Corán llamándolo el libro del que no hay duda alguna, una guía para aquellos que son piadosos, rectos y temerosos de Dios. (Corán 2:2)
El Corán es el núcleo del Islam. Creer en él es un requisito. Aquel que no cree en el Corán en su totalidad, no puede llamarse musulmán.
“El Mensajero y sus seguidores creen en lo que le fue revelado por su Señor. Todos creen en Allah, en Sus Ángeles, en Sus Libros y en Sus Mensajeros. No hacemos diferencia entre ninguno de Sus Mensajeros. Y dicen: Oímos y obedecemos. Perdónanos Señor nuestro, pues ciertamente a Ti volveremos”. (Corán 2:285)
El Islam tiene dos fuentes principales, el Corán y las Tradiciones auténticas del Profeta Muhammad, que explican y a veces amplían al Corán.
“No te hemos revelado el Libro [¡oh, Muhammad!] sino para que les aclares aquello sobre lo que discrepaban, y como guía y misericordia para los creyentes”. (Corán 16:64)
El Corán fue entregado al profeta Muhammad por el ángel Gabriel y revelado por partes en un período de 23 años.
“Y a este Corán te lo hemos revelado en partes para que se lo recites a los hombres gradualmente. Te lo hemos ido revelando poco a poco”. (Corán 17:106)
Dios le ordenó al Profeta Muhammad que transmitiera el Corán a toda la humanidad, y la responsabilidad pesaba sobre él. Incluso en su discurso de despedida hizo un llamado a los presentes a dar testimonio de que él había entregado el mensaje.
El Corán explica el concepto de Dios, explica en detalle lo que está permitido y lo que está prohibido, explica los fundamentos de los buenos modales y la moral, y establece normas sobre la adoración. Cuenta historias sobre los Profetas y sobre nuestros predecesores piadosos, y describe al Paraíso y al Infierno. El Corán fue revelado para toda la humanidad.
El libro en el que está contenido el Corán (las palabas de Dios) se denomina Mushaf. El Corán es considerado tan único en contenido y estilo que no puede ser traducido, por lo tanto, cualquier traducción es considerada una interpretación de los significados del Corán.
Cuando Dios envió Profetas a las diversas naciones, a menudo les permitió realizar milagros que eran pertinentes para su lugar y época particulares. En la época de Moisés, la magia y la hechicería eran frecuentes, por lo tanto, los milagros de Moisés fueron un llamamiento a la gente a la que él fue enviado a guiar. En la época de Muhammad, los árabes, aunque mayoritariamente analfabetas, eran maestros de la oratoria. Su poesía y su prosa eran consideradas excepcionales y un modelo de excelencia literaria.
Cuando el profeta Muhammad recitó el Corán —las palabras de Dios— los árabes fueron conmovidos profundamente por su tono sublime y su belleza extraordinaria. El Corán fue el milagro de Dios para el profeta Muhammad.
Muhammad era incapaz de leer o de escribir, por lo que los árabes sabían que era poco probable que hubiera producido unas palabras tan elocuentes, pero aun así algunos se rehusaron a creer que el Corán fuera la palabra de Dios. Por ello, Dios los desafió en el Corán a producir un texto que lo rivalizara.
“Si dudáis de lo que le hemos revelado a Nuestro siervo [Muhammad] traed una sura similar, y recurrid para ello a quienes tomáis por salvadores en lugar de Dios, si es que decís la verdad”. (Corán 2:23)
Por supuesto, no pudieron hacerlo. En contraste con aquellos que cuestionaron el origen del Corán, muchos árabes se convirtieron al Islam después de escuchar la recitación. Ellos supieron de inmediato que una belleza tan sublime sólo podía provenir de Dios. Incluso hoy día es posible ver musulmanes llevados a las lágrimas mientras escuchan o recitan el Corán. De hecho, algunas personas incapaces de entender tan siquiera una palabra del idioma árabe son conmovidas por la belleza intrínseca del Corán.
Después de establecer que el Corán es la palabra de Dios, también es importante entender que el Corán se ha mantenido sin cambios desde hace más de 1.400 años. Hoy día, cuando un musulmán en Egipto sostiene su Mushaf en sus manos y comienza a recitar, podemos estar seguros de que muy lejos, en Fiji, otro musulmán está mirando y recitando exactamente las mismas palabras. No hay diferencias. Los niños en Francia que sostienen su primer Mushafestán tratando de recitar las mismas palabras que salieron de labios del Profeta Muhammad.
Dios nos asegura en el Corán que Él indubitablemente protegerá Sus palabras. Él dice: “Ciertamente Nosotros hemos revelado el Corán y somos Nosotros sus custodios” (Corán 15:9). Esto significa que Dios lo protegerá de que le sea añadida cualquier falsedad o le sea removida alguna parte[1]. Está protegido contra manipulaciones; y si alguien intenta distorsionar los significados del Corán, Dios guiará a alguien más para que muestre el engaño[2]. Los musulmanes creen que las revelaciones anteriores de Dios, incluyendo la Torá y el Evangelio de Jesús, se perdieron en la antigüedad o fueron cambiados y distorsionados, de modo que es una fuente de consuelo saber que las palabras de Dios —el Corán— están bien protegidas.
Dios descendió el Corán desde lo alto de los cielos, y lo entregó al ángel Gabriel en el mes glorioso de Ramadán. La historia de cómo fue revelada esta recitación y cómo llegó el Corán a estar disponible en todo el mundo, con una interpretación de sus significados traducida a más de 100 idiomas[3], será cubierta en la segunda parte.
“Te hemos revelado la esencia [el Corán] por Nuestro designio; tú no conocías los Libros [revelados anteriormente] ni la fe [en los preceptos divinos], pero hicimos que él fuera una luz con la que guiamos a quienes queremos de entre Nuestros siervos, y tú [¡oh, Muhammad!] en verdad, guías al sendero recto”. (Corán 42:52)
El profeta Muhammad, que la misericordia y las bendiciones de Dios sean con él, el último Mensajero de Dios, recibió el Corán en dos etapas. Estas palabras perfectas de Dios descendieron para guiar a la humanidad de la oscuridad hacia la luz, son una guía y una misericordia. El Corán —las palabras de Dios— son palabras perfectas de un Dios perfecto, para Su creación. En la noche conocida como “Noche del Decreto”, en el mes islámico de Ramadán, el Corán descendió de la Tabla Protegida[1] hasta el más bajo de los cielos. Luego descendió de los cielos a la tierra en partes pequeñas.
La revelación fue entregada al Profeta Muhammad a través del ángel Gabriel[2]. Cuando el Profeta Muhammad tenía alrededor de cuarenta años de edad empezó a pasar tiempo en reflexión profunda. De acuerdo con su amada esposa Aisha[3], Muhammad fue agraciado con vívidos sueños que se cumplían posteriormente. Luego, Dios le inspiró un gusto por el aislamiento. Él solía ir a la cueva conocida como Hira a adorar al Dios Único y a reflexionar sobre la vida, el universo y su lugar en el mundo.
Una noche durante Ramadán, un ángel se le acercó y le pidió que leyera. El Profeta, que no sabía leer ni escribir, respondió: “No sé leer”. El ángel entonces lo tomó por la fuerza y presionó su pecho tan fuerte que no podía soportar la presión. El ángel liberó entonces a Muhammad y le pidió una vez más que leyera. Él respondió de nuevo: “Pero no sé leer”. El ángel lo detuvo a la fuerza tres veces y Muhammad respondió cada vez que él no podía leer (o preguntó qué iba a leer). El ángel entonces le reveló las primeras palabras del Corán[4].
“¡Lee! [¡oh, Muhammad!] En el nombre de tu Señor, Quien creó todas las cosas. Creó al hombre de un cigoto. ¡Lee! Que tu Señor es el más Generoso. Enseñó [la escritura] con el cálamo. Y le enseñó al hombre lo que no sabía”. (Corán 96:1-5)
Después de esta primera revelación, que Muhammad encontró alarmante, no fue visitado de nuevo por el ángel Gabriel por una cantidad indeterminada de tiempo. El siguiente encuentro con el ángel se dio cuando el profeta se encontraba caminando solo. El profeta Muhammad escuchó una voz de los cielos. Cuando levantó la vista vio al ángel sentado en una silla entre el cielo y la tierra. Muhammad tuvo miedo y corrió a su casa en busca de consuelo, pidiendo ser envuelto en mantas. La segunda revelación ocurrió en ese momento[5].
“¡Oh, tú que te envuelves en el manto! Levántate y advierte [a los hombres]...”. (Corán 74:1-2)
Durante los siguientes 23 años, hasta poco antes de la muerte del Profeta Muhammad, el Corán fue revelado por partes. Hay varias razones que se han sugerido para esto. Algunos dicen que fue revelado poco a poco para ofrecer al Profeta Muhammad apoyo y abordar las cuestiones que fueran surgiendo.
Aisha, la esposa del Profeta, narró que cuando se le preguntó acerca de cómo le fue revelada la inspiración divina, el Profeta Muhammad respondió: “A veces es como el tañido de una campana, esta forma de inspiración es la más difícil de todas, y luego este estado pasa después de que he comprendido lo que se ha inspirado. A veces el ángel viene en la forma de un hombre y me habla y yo capto lo que dice”[6]. Ibn Abbas describió al Profeta Muhammad como recibiendo la revelación “con gran dificultad y moviendo los labios con rapidez”[7]. Conforme las palabras del Corán empezaron a ser reveladas, el Profeta Muhammad las fue memorizando.
La memorización era considerada importante y fue ampliamente practicada incluso en los primeros años del Islam. El Profeta Muhammad pidió a sus compañeros que memorizaran el Corán y tomaran varias medidas para asegurarse de que la revelación fuera preservada en sus memorias. De acuerdo con Ibn Ishaq, compilador de una de las primeras biografías del Profeta Muhammad, Abdullah ibn Masud fue el primer hombre, después de Muhammad, que recitó el Corán públicamente, y en esa ocasión fue golpeado con severidad por hacerlo. El compañero más cercano del Profeta Muhammad, Abu Bakr, también fue conocido por recitar el Corán fuera de su casa en La Meca[8].
El Corán fue memorizado por los compañeros durante la vida del Profeta Muhammad y esta tradición ha continuado a través de las generaciones siguientes. Incluso hoy día, musulmanes que no saben leer árabe, memorizan las mismas palabras exactas que fueron memorizadas por los árabes del siglo VII d.C. La mayoría de los árabes eran analfabetos, incluyendo al Profeta Muhammad; sin embargo, la importancia de la palabra escrita fue bien entendida.
Preservar la revelación divina era de suma importancia, por lo tanto, la gente confiable y de conocimiento memorizó y escribió las palabras del Corán. Entre ellos estaban cuatro hombres destinados a seguir a Muhammad como los líderes de la nación musulmana y un hombre llamado Zaid ibn Zabit, que sería fundamental en la preservación del Corán para las muchas generaciones que seguirían.
Los materiales para la escritura eran difíciles de conseguir, y en esos primeros días porciones del Corán fueron escritas en pieles de animales, piedras delgadas de colores claros, huesos e incluso corteza. Los compañeros pusieron por escrito las palabras de la revelación, y el Profeta Muhammad escuchaba a los hombres recitar las palabras escritas para asegurarse de que no hubiera errores. Se podría decir que el Corán fue escrito bajo la supervisión directa del Profeta Muhammad. El Corán no fue revelado en orden, sin embargo, el ángel Gabriel instruyó al Profeta Muhammad sobre cómo compilar el Corán en la secuencia correcta de inspiración divina.
Ciertamente Nosotros hemos revelado el Corán y somos Nosotros sus custodios”. (Corán 15:9)
Cuando Dios reveló Sus palabras de guía para toda la humanidad, el Corán, Él garantizó su preservación. Una de las formas en las que fue preservado fue que los hombres, mujeres y niños alrededor del Profeta Muhammad memorizaron el Corán, poniendo mucha atención en cada palabra. En los primeros días del Islam el énfasis estuvo en la memorización, sin embargo, muy pronto aquellos que habían dominado el arte de leer y escribir, comenzaron a poner por escrito las palabras del Corán sobre cualquier material que tuvieran disponible. Escribieron sobre piedras planas, corteza, huesos, e incluso cuero.
Cuando las palabras de Dios fueron reveladas al Profeta Muhammad, que la misericordia y las bendiciones de Dios sean con él, por medio del ángel Gabriel, se le ordenó que llamara a un escriba para que pusiera por escrito las palabras a medida que comenzaran a salir de sus labios. El principal escriba fue un hombre llamado Zaid ibn Zabit. Muchos compañeros reportaron que el Profeta Muhammad llamaba a Zaid diciendo: “Que traiga el tablero, la tinta y el hueso de escápula”[1]. Durante la vida del Profeta el Corán existió como partes y piezas de material escrito, no en forma de libro.
Una de las razones por las que el Corán en esa etapa no estuviera en forma de libro, es que no fue revelado en orden. En lugar de ello, los capítulos y versículos fueron revelados en un período de 23 años, a menudo como respuesta a sucesos en la vida y la época de la comunidad musulmana temprana. Sin embargo, el orden de los capítulos y versículos del Corán era conocido por el Profeta Muhammad. Cuando el ángel Gabriel le recitaba las palabras divinas de Dios, también daba instrucciones respecto a dónde pertenecían los versículos y capítulos.
El Corán fue puesto por escrito bajo la supervisión estricta del Profeta Muhammad. Uzmán, uno de los compañeros más cercanos del Profeta, recordó que “cuando algo le era revelado, el Profeta Muhammad llamaba a alguno de los que solía escribir para él y decía: ‘Pon estos versículos en el capítulo en el que esto y aquello es mencionado’, y si sólo era revelado un versículo, él decía: ‘Coloca este versículo en tal capítulo’”[2].
Por lo tanto, en la época en que murió el Profeta, muchos miembros de la comunidad musulmana guardaban piezas del Corán. Algunos sólo tenían unas pocas páginas de las que aprendían a recitar, otros como los escribas, tenían muchos capítulos e incluso otros tenían trozos de corteza o de cuero que contenían sólo un versículo.
Durante la época de Abu Bakr, el hombre elegido para liderar la nación musulmana después de la muerte del Profeta Muhammad, la comunidad musulmana más amplia se halló en tiempos de conflicto civil. Surgieron falsos profetas, y muchas personas confundidas, incapaces de mantener su fe sin el Profeta Muhammad, abandonaron el Islam. Tuvieron lugar batallas y escaramuzas, y muchos de los hombres que habían memorizado el Corán perdieron la vida.
Abu Bakr temió que el Corán se perdiera, así que consultó con algunos de los compañeros de mayor rango sobre compilar el Corán en un solo libro. Le pidió a Zaid ibn Zabit que llevara a cabo esta tarea. Al principio, Zaid se sentía incómodo por hacer algo que el Profeta Muhammad no había autorizado específicamente. Sin embargo, estuvo de acuerdo en recolectar las piezas del Corán, tanto las escritas como las memorizadas, y compilarlas en un libro, el Mushaf. En las tradiciones del Profeta Muhammad encontramos el recuento del mismo Zaid Ibn Zabit sobre cómo se llevó a cabo la compilación del Corán[3].
“Abu Bakr me hizo llamar cuando la gente de Al Yamamah había sido asesinada [es decir, una cantidad de compañeros del Profeta que habían luchado contra el falso profeta Musailimah]. Me presenté ante él y encontré a Omar ibn Al Jatab sentado con él, entonces Abu Bakr me dijo: ‘Omar me ha dicho que las pérdidas han sido grandes entre aquellos que sabían de memoria el Corán, y teme que tengamos más bajas en otras batallas, con lo que gran parte del Corán podría llegar a perderse. Por ello, sugiere que yo ordene que el Corán sea recopilado’.
Le dije a Omar: ‘¿Cómo puedes hacer algo que el Mensajero de Dios no hizo?’ Omar dijo: ‘Por Dios, que esto es algo bueno’. Omar siguió instándome a aceptar su propuesta hasta que Dios abrió mi corazón a ella y comencé a ver lo buena que era tal idea. Entonces Abu Bakr me dijo: ‘Eres un joven sabio y no tenemos sospecha alguna sobre ti, y solías escribir la Inspiración Divina del Mensajero de Dios, así que busca los textos fragmentarios del Corán y compílalos en un libro’.
Por Allah (Dios), si me hubieran ordenado mover una de las montañas, no habría sido más pesado para mí que esto (ordenarme que compilara el Corán). Entonces le dije a Abu Bakr: ‘¿Cómo puedes hacer algo que el Mensajero de Dios no hizo?’ Abu Bakr respondió: ‘Por Dios, es algo bueno’. Abu Bakr me siguió instando a que aceptara su idea hasta que Dios abrió mi corazón a eso mismo que les había abierto el corazón a Abu Bakr y a Omar. Por lo tanto, comencé a buscar el Corán y a recopilar todo lo que había de él escrito en tallos de palmera, piedras blancas delgadas, y también de quienes lo sabían de memoria, hasta que lo recopilé por completo”.
Zaid había memorizado todo el Corán y había sido el escriba más confiable del Profeta Muhammad, por lo tanto, le habría sido posible haber escrito todo el Corán de su propia memoria. Sin embargo, él no utilizó sólo este método. Fue muy cuidadoso y metódico en su compilación del Corán, y no puso por escrito ningún versículo hasta que éste hubiera sido confirmado por al menos dos compañeros del Profeta Muhammad.