THE STYLE OF THE QURAN

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THE STYLE OF THE QURAN

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La historia de José fue revelada después de que un israelita le preguntó al Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) qué sabía acerca del Profeta José. La historia de José no era conocida por los árabes en aquella época, y era parte de una estratagema que los judíos concibieron para poner a prueba la afirmación de Profeta de Muhammad[1]. Las historias en el Corán en general son contadas en breves fragmentos y se revelan en múltiples capítulos, pero la historia de José es diferente: fue revelada de principio a fin en una sola sura.

La historia de José está enmarcada por una introducción de tres aleyas y un epílogo de diez aleyas. Hay acuerdo general respecto a que fue revelada en La Meca en un año conocido como el Año de la Tristeza. El Profeta Muhammad perdió en ese año a dos de sus más cercanos y queridos seguidores, su tío Abu Tálib y su amada esposa Jadiya. La historia de José confirma incondicionalmente que Dios tiene control total sobre todos los asuntos. Es una historia de paciencia ante la adversidad, y de confianza ante la tristeza.

Aleyas 1 a 3: La mejor historia

El Corán es un libro revelado para aclarar las cosas, fue revelado en idioma árabe y contiene información que Muhammad no conocía. Esta historia es denominada la mejor de las historias, puesto que contiene información que se relaciona con eventos que ocurrieron en la época de la revelación, y contiene lecciones para toda la humanidad.

Aleyas 4 a 18: Sueños y engaños

José tuvo un sueño en el que vio la Luna y once estrellas prosternándose ante él. Esto fue interpretado como hombres haciéndole una venia. Él le confió su sueño a su padre, quien le aconsejó que lo mantuviera en secreto de sus hermanos.

José y Benjamín eran los hijos de la segunda esposa de Jacob. Los hermanos mayores de José se consideraban mejores que él y odiaban el hecho que Jacob lo apreciara mucho más que a ellos. Enceguecidos por los celos, planearon el asesinato de José. Uno de los hermanos convenció a los otros que era mejor lanzarlo a un pozo. Llevaron a cabo su plan macabro y, utilizando el peor temor de su padre (un ataque de lobos) y una camisa manchada de sangre, trataron de convencerlo de la muerte de José. Entre tanto, Dios alivió el miedo de José. Dios le inspiró que un día él les diría en la cara a sus hermanos lo que habían hecho, sin que ellos supieran que era él quien les hablaba. El padre de José, Jacob, se sintió traicionado, pero clamó a Dios y aceptó la noticia con confianza y paciencia.

Aleyas 19 a 22: José es llevado a Egipto

José es rescatado del pozo y vendido como esclavo. Lo venden a bajo precio a un hombre influyente de Egipto, que le comenta a su esposa que José podría entrar a su servicio personal. Dios hace hincapié en que Él estableció a José en la tierra y lo sustentó a fin de enseñarle la interpretación de los sueños. Dios tiene poder y control absolutos sobre todos los asuntos, pero la mayoría de la gente es ciega a esto. José creció en condiciones de comodidad y Dios le otorgó buen juicio y conocimiento. Estaba en la casa de un político, aprendiendo cómo negociar y tomar decisiones sabias.

Aleyas 23 a 30: La seducción fallida

La esposa del político egipcio observaba cómo crecía José y se convertía en un hombre que la atraía. Intentó seducirlo, pero él buscó refugio en Dios. La esposa persiguió a José hasta la puerta principal justo en el momento en que su esposo entraba a la casa. La esposa intentó culpar a José, pero un miembro de la familia señaló que la camisa de este había sido arrancada por la espalda. Las mujeres de la ciudad comenzaron a rumorear sobre José y la esposa del político.

Aleyas 31 a 35: José prefiere la prisión

Después de escuchar los chismes, la esposa del político invitó a las mujeres a su casa para mostrarles cuán bello y atractivo era José. Ella le dio a cada una de ellas un cuchillo bien afilado y llamó a José para que lo vieran. Las mujeres quedaron atónitas, al punto de que se cortaron las manos. Ella les dijo que había intentado seducirlo, pero él se había resistido, y lo amenazó con enviarlo a prisión si no la obedecía. José temía que si ella intentaba seducirlo de nuevo podría caer en la tentación, así que le pidió a Dios Su protección y le dijo a la esposa que prefería la prisión a cualquier cosa que estuvieran planeando las mujeres.

Aleyas 36 a 40: Más sueños

José fue encarcelado junto con otros hombres. Los otros dos prisioneros discutieron con José sus sueños y le pidieron que los interpretara para ellos. Uno de ellos le dijo: "Soñé que prensaba uvas", el otro le dijo: "Soñé que llevaba un pan en mi cabeza y los pájaros comían de él". José mencionó su próxima cena recordándoles que Dios proporciona el sustento de todos, y luego les contestó que era capaz de interpretar los sueños porque Dios le había enseñado cómo hacerlo. Explicó su creencia en Dios y en el Día del Juicio. José afirmó que su familia, la familia de Abraham, Isaac y Jacob, tenía conocimiento de la Unidad y Unicidad de Dios, y que su religión y su familia no Le asociaba copartícipes a Dios. La mayoría de la gente no se da cuenta de esto.

Aleyas 41 y 42: José languidece en prisión

José interpretó los sueños: uno serviría a su amo, el otro sería crucificado y los pájaros le picotearían la cabeza. José le pidió al que viviría que lo mencionara a él frente a su amo. Pero Satanás logró que el hombre se olvidara de José, y este permaneció por más tiempo en prisión.

Aleyas 43 a 57: Se establece la inocencia de José

El Rey (de Egipto) les pidió a sus consejeros que interpretaran su sueño: "Soñé que siete vacas gordas eran comidas por siete flacas, siete espigas frescas de maíz y otras siete secas". Ellos no pudieron interpretar el sueño, y el exprisionero se acordó de José. Corrió a buscar a José, quien interpretó el sueño del rey. El rey pidió que José fuera llevado ante su presencia. El exprisionero volvió con José, pero este le pidió que le preguntara a su amo (el Rey) acerca de las mujeres que se habían cortado las manos. El Rey estableció la inocencia de José, y este le dijo que quería que el político supiera que él jamás lo había traicionado ni había abusado de su confianza. José se presentó ante el Rey, quien le ofreció una posición de alto rango. José le pidió que lo pusiera a cargo de los silos. De este modo, Dios estableció a José en esa tierra. Dios señala que Él le concede misericordia a quien Él desee, y no deja de recompensar el bien. La recompensa en el Más Allá, afirma, es la mejor.

Aleyas 58 a 66: Se cumple la predicción de un sueño

Los hermanos de José se presentaron pidiendo su medida de grano. José los reconoció, pero ellos no lo reconocieron a él. Les pidió que regresaran después, acompañados de su hermano menor; sin él, no les permitiría tener el grano. Ellos contestaron que tratarían de persuadir a su padre para que les diera permiso. José les pidió a sus siervos que pusieran la mercancía que sus hermanos habían negociado por grano de nuevo en las bolsas de sus monturas para animarlos a volver. Los hermanos le pidieron a Jacob que los dejara llevar a su hermano menor, pero él les preguntó: "¿Debo confiar en ustedes después de lo que hicieron con su otro hermano?". Los hermanos abrieron las bolsas de las sillas de montar y encontraron que toda su mercancía les había sido devuelta. Jacob les dijo que no enviaría al muchacho a menos que ellos juraran que harían todo lo humanamente posible para mantenerlo a salvo. Ellos le hicieron el juramento y Jacob les dijo: "Nuestras palabras son confiadas a Dios".

Aleyas 67 a 76: Los hermanos regresan

Jacob les aconsejó a sus hijos que no entraran todos a la ciudad por la misma puerta, como precaución, pero al mismo tiempo les dijo que eso no les ayudaría en contra de la voluntad de Dios. Todo poder está en manos de Dios, dijo Jacob.

Los hijos de Jacob se presentaron ante José y él llevó aparte a su hermano menor (Benjamín) y le reveló su identidad. José les dio a sus hermanos su porción de grano, pero puso en la bolsa de su hermano menor una copa. Alguien denunció la pérdida de la copa y acusó de robo a la caravana. "Se perdió la copa de beber del Rey, quien la devuelva recibirá una carga de camello de grano".

Los hermanos respondieron que ellos no habían venido a cometer fechorías. Los hombres de José les preguntaron a los hermanos qué castigo debía aplicarse si se descubría que estaban mintiendo. Ellos contestaron: "La pena sería la esclavitud de la persona en cuya bolsa se encontrara la copa: así es como castigamos a los malhechores". José no quería que su hermano fuera castigado según las leyes egipcias, pero quería la oportunidad de retener a su hermano a su lado mientras los otros regresaban con su padre Jacob. Las bolsas fueron requisadas y la copa fue hallada entre las pertenencias del hermano menor. Dios explica que Él ideó un plan para José y que Él elevará el estatus de quien Él quiera.

Aleyas 77 a 82

Los hermanos aluden al hermano de Benjamín (José) diciendo que había sido ladrón, pero José se controla y no les revela su identidad. Los hermanos le suplican que deje en lugar del menor a otro de ellos, pero esto no es aceptado. Finalmente, el hermano mayor, recordando la promesa que le hizo a su padre, promete quedarse en Egipto hasta que Jacob le dé permiso de irse o hasta que Dios decida otro curso de acción. Los demás hermanos regresan con su padre Jacob y le dicen que trataron de mantener su promesa, pero no podían haber previsto que su hijo robaría. Le dicen que le pregunte a la gente con la que viajaron si necesita pruebas.

Aleyas 83 a 86

Su padre les dijo: "¡No! Sus almas los han incitado a hacer el mal". Se alejó de ellos diciendo: "¡Ay, sufro por José!". Los ojos de Jacob se pusieron blancos de dolor (quedó ciego) y los hermanos le dijeron: "Si no dejas de pensar en José arruinarás tu salud o morirás". Él les dijo: "Solo me quejo de mi sufrimiento y mi pena con Dios, y sé de Dios lo que ustedes desconocen". Cuando esta nueva pena abrumó a Jacob, su primera reacción fue ser paciente. Él sabía, sin sombra de duda, que los asuntos de sus hijos más queridos estaban controlados por Dios.

Aleyas 87 a 98

Jacob dijo: "Hijos míos, vayan y busquen noticias de José y de su hermano, y no desesperen de la misericordia de Dios, pues solo los incrédulos lo hacen". Así que se presentaron ante José sin conocer su verdadera identidad. Explicaron que el infortunio había afligido a su familia y le pidieron a José que fuera caritativo con ellos. Dios, dijeron, recompensa a los generosos. José respondió: "¿Se dan ustedes cuenta de lo que le hicieron a José y a su hermano cuando eran ignorantes?". Los hermanos quedaron atónicos y le preguntaron si él era José, y les dijo: "Soy José". Entonces afirmaron que Dios realmente los había favorecido a los dos sobre todos ellos. José les respondió que no habría ningún reproche hacia ellos y que Dios los perdonaría.

José les entregó su propia camisa y les dijo que la pusieran sobre el rostro de su padre y todo estaría bien, luego les pidió que regresaran todos juntos. De regreso a casa, Jacob dijo que podía percibir el olor de José, y quienes estaban a su alrededor lo miraron con desaprobación creyendo que estaba perdido en una vieja ilusión. Cuando pusieron la camisa sobre la cara de Jacob, recobró la vista y dijo: "¿No les dije que sabía de Dios lo que ustedes no?". Los hermanos le rogaron a su padre que pidiera perdón a Dios por ellos y él les contestó que su Señor es el más Perdonador y el más Misericordioso.

Aleyas 99 a 101

Más tarde, cuando toda la familia fue presentada ante José, este hizo que sus padres se acercaran a él y les dio la bienvenida diciéndoles que, Dios mediante, estarían a salvo. Todos ellos se prosternaron ante José y él le comentó a su padre que ese era el cumplimiento de su sueño de años atrás. José dijo que Dios había sido Misericordioso con él, después de que Satanás había sembrado la discordia entre él y sus hermanos. José oró a Dios reconociendo Sus bendiciones y Le pidió vivir y morir como musulmán (i.e. persona sometida a la Voluntad de Dios) y unirse a los justos.

La historia de José es una lección para toda la humanidad. La verdadera paciencia y la capacidad de perdonar son características dignas de inculcar.

Aleyas 102 a 111

Así concluye la historia de José, y en su epílogo de diez aleyas, Dios le dice a Muhammad (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) que esta era una historia de la que él no tenía conocimiento previo, y que él no estaba presente cuando los hermanos idearon sus planes malévolos. Dios le dice luego que no puede hacer que la gente crea, no importa cuánto lo desee. Dios también menciona que Muhammad no pide ninguna recompensa y, sin embargo, la gente ignora las señales en los cielos y en la Tierra, y solo cree en Dios asociándole copartícipes. ¿Cómo pueden estar seguros de que un castigo abrumador o la Última Hora no les llegarán cuando menos lo esperen? ¿Acaso la gente no puede ver todas las lecciones a su alrededor? ¿Cómo pueden viajar y ver las señales de lo que les ocurre a los incrédulos y, sin embargo, no entender? ¿Es que no razonan? Aquí hay una lección para aquellos que entienden, no es una invención, es la confirmación de la verdad y una explicación de todo (con "todo" quizás se refiere a la historia de José, o tal vez a la religión en su conjunto, o quizás ambas cosas).

En esta sura, Dios le aconseja al Profeta Muhammad que el camino puede ser duro y difícil, pero la victoria final les pertenece a quienes son conscientes de Dios y tienen paciencia.

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