TEN COMMANDMENTS IN THE QURAN
TEN COMMANDMENTS IN THE QURAN
TEN COMMANDMENTS IN THE QURAN
La mayoría de los eruditos del Islam están de acuerdo en que este capítulo fue revelado en la ciudad de La Meca. La revelacion en los primeros años del Islam, antes de la migración, se ocupaba principalmente de establecer la fe y las creencias básicas del Islam: la unidad y unicidad de Dios, Sus señales y evidencias, la profecía de Muhammad y el Juicio Final. Este capítulo se ocupa de dos de las enseñanzas centrales del Islam, a saber: cómo rezar y cómo dar desinteresadamente. Estas dos cosas muestran tu conexión con el Más Allá, y si crees con certeza o no en el juicio de Dios.
Este capítulo lleva el nombre de las últimas palabras de la aleya final. Una pequeña acción, aparentemente insignificante, pero con mucho peso a los ojos de Dios.
Aleyas 1 a 3: Los que niegan el Juicio
Dios le pregunta al Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones de Dios sean con él): "¿Has visto a esas personas que mienten sobre la religión y niegan el juicio? Ellos siguen sus caminos pecaminosos, negándose a aceptar que serán llamados a rendir cuentas. Se los puede reconocer por su modo de actuar: son aquellos que rechazan a los huérfanos, que son los más vulnerables en cualquier sociedad". En esencia, Dios nos pide que miremos a nuestro alrededor y veamos a quienes niegan cualquier tipo de juicio o recompensa por su comportamiento. Si solo te preocupas por ti mismo y tu posición en este mundo, es fácil alejar a quienes necesitan ayuda. Si niegas el juicio, entonces no hay necesidad de cuidar a los menos afortunados.
Aquellos que niegan la recompensa, no solo rechazan e ignoran a los pobres, sino que también se niegan a animar o inspirar a otros a ayudar a los necesitados. Ellos no instan a alimentar a los pobres. En la época del Profeta, los líderes de la sociedad mecana pisoteaban los derechos de los pobres y desolados. Hoy podemos ver sus similares en los políticos y líderes de comunidades que se niegan a cuidar de los miembros más indefensos de cualquier sociedad. Cuidar a los débiles, alimentar a los pobres, no es algo que ellos alienten, y en el Día del Juicio serán juzgados con dureza.
Es el derecho de los pobres ser alimentados y atendidos por aquellos que tienen los medios para hacerlo. En esta sura, Dios muestra la conexión que existe entre la negación de la recompensa y el mal comportamiento. Él también va más allá al conectar la oración con el comportamiento.
Aleyas 4 a 7: Los que no prestan atención en la oración.
La aleya cuatro exige nuestra atención. ¡Ay de los orantes! La persona que lee esta aleya piensa de inmediato: "¿Yo? ¿Se refiere a mí? Yo rezo". Se refiere a quienes son negligentes en su oración, aquellos que, de forma deliberada, retrasan su oración o se mueven por las posiciones de la oración con apuro como pollos picando el suelo por comida, o aquellos que rezan solo deseando que la oración termine. Ellos ejecutan la oración, pero sus corazones son duros y no se abren a la esencia y el propósito de la oración. Hay algunas personas que rezan solo porque es una obligación, pues de otro modo, la oración no tendría cabida en sus corazones ni en sus vidas.
Esta advertencia no incluye a quienes se quedan cortos en su oración, pero luchan por mantener sus pensamientos enfocados. Tampoco incluye a quienes son olvidadizos o están plagados de susurros. Solo incluye a quienes niegan su propia necesidad de la oración, y a quienes harían cualquier otra cosa en lugar de levantarse cuando escuchan el llamado.
Estas personas también se pueden reconocer por su comportamiento. Ellos hacen una demostración de sus obligaciones religiosas, pero se niegan a ayudar a los demás. Ellos quieren que los demás los vean como gente buena y religiosa, pero son descuidados acerca de cómo Dios los ve a ellos. Se niegan a mostrar incluso la más mínima ayuda hacia los demás. Sus oraciones no afectan sus corazones ni su comportamiento. Sus corazones son duros. En esta sura, Dios nos dice que las dos cosas que ablandarán nuestros corazones son la oración y la caridad. Estas dos cosas están entrelazadas.
Esta aleya habla de crímenes contra la gente y crímenes contra Dios. Si una persona se niega a reconocer que es el derecho del pobre y del necesitado el ser ayudado, entonces está claro que también se niega a darle a Dios Sus derechos, en específico, el derecho a ser adorado. La gente que se ajusta a esta descripción es tan egoísta, que se niega a hacer incluso los actos más pequeños de bondad, cosas que no dejarías de hacer, que ni siquiera pensarías dos veces para hacerlas, como una sonrisa.
Nuestros actos tienen consecuencias, y la más importante de todas las consecuencias se hará evidente en el Día del Juicio. Dios nos dice con claridad cómo evitar un resultado desastroso en ese fatídico día.