SURA 99, AZ-ZALZALA

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SURA 99, AZ-ZALZALA

SURA 99, AZ-ZALZALA

SURA 99, AZ-ZALZALA

Existe cierta discusión académica acerca de si esta sura fue revelada en La Meca o en Medina. En general, los capítulos revelados en Medina enfatizaron el establecimiento de una sociedad Islámica. Los primeros capítulos mecanos presentaron los fundamentos del Islam en una forma concisa y efectiva, y ello incluye el Juicio final. Este es uno de una serie de suras que tratan escenas del Día del Juicio. (Otros incluyen las suras 81, 82 y 101.)

Aleyas 1 a 3: Terror en el Día del Juicio

Este es el comienzo del fin, el Día Final. Dios nos dice claramente cómo comenzará el Día del Juicio. Habrá un terremoto violento como no se ha visto jamás. Toda la Tierra temblará, una enorme convulsión tras otra. Se sacudirá, se detendrá y luego se sacudirá de nuevo, una y otra vez hasta que las montañas caigan y los edificios se derrumben. La Tierra será reducida a una superficie plana.

La violenta sacudida y las convulsiones harán que la Tierra expulse sus cargas. Los eruditos islámicos han dado a esta aleya más de un significado. El primero es que los cuerpos de los muertos serán expulsados de sus tumbas, resucitados. El segundo es que los tesoros de este mundo serán expuestos, mostrando su insignificancia. ¿Qué uso tendrán los autos lujosos y la joyería, por ejemplo, cuando la Tierra y todo lo que hay en ella está siendo sacudido y aplanado? El tercero es que la Tierra arrojará, como si se tratara de un video, un registro de todas las obras y acciones que han tenido lugar a lo largo de su historia.

Toda la humanidad mirará aterrada a su alrededor, transfigurada. Cada persona estará sorprendida y aterrorizada al mismo tiempo, y todos se preguntarán a sí mismos o a nadie en particular: ¿Qué ocurre? ¿Qué le pasa a la Tierra? Poco a poco, el miedo será remplazado por la consciencia de que este es el Día del Juicio, y el terror tomará una nueva dimensión. Este es el día que fue prometido, el Día de la Resurrección, el Día del Juicio.

Aleyas 4 y 5: La Tierra da testimonio

La Tierra misma dará testimonio de lo que ha ocurrido sobre ella. Los actos y obras de cada cosa y cada persona en la historia serán desvelados. La humanidad en su conjunto y cada persona individualmente, estarán desconcertadas. Nada estará oculto, la Tierra ha registrado y recordado todos y cada uno de los actos y las reacciones, y ahora, por orden de Dios, revelará sus confidencias largamente guardadas. Y al olvidadizo le serán recordados los hechos y obras que, de algún modo, disipó de su consciencia.

Dios hará que la Tierra hable, o que de alguna forma revele los eventos que han ocurrido, los secretos escondidos por mucho tiempo, la verdadera versión de los eventos, perdida en la vastedad del tiempo, tanto grandes obras como otras aparentemente insignificantes que jamás fueron reconocidas, ahora serán claramente identificables. La Tierra reportará sus noticias, describirá su condición y lo que ha ocurrido en ella. La Tierra obedece las órdenes de Dios en completa y verdadera sumisión.

Aleyas 6 a 8: Los resultados

Muchos eruditos creen que esto describe a la gente separada en categorías, dependiendo de la posición que tendrá en el Más Allá. Es una escena indescriptible en cualquier idioma humano. La gente estará tan aterrada como asombrada al enfrentarse a sus obras, tanto las buenas como las malas. Para muchos, esto será más angustioso que cualquier castigo terrenal, porque la humanidad es muy buena para esconder sus crímenes, incluso de sí misma.

En la séptima aleya, el uso de la palabra "así" denota una conclusión. Así que ahora ustedes verán todas las malas y buenas obras que hayan hecho. Nada quedará fuera, ni siquiera las obras más pequeñas que se puedan imaginar, del tamaño de una partícula de polvo o de un átomo. Tener una buena acción tan pequeña como un átomo podría significar un resultado favorable, al igual que una mala acción tan pequeña como un átomo podría arrojar a la persona al abismo.

Este capítulo comenzó con algo enorme y termina con las cosas más diminutas. Incluso una obra buena, ordinaria y pequeña tiene su propio valor; y, del mismo modo, incluso las malas obras más ordinarias, también serán consideradas y tenidas en cuenta. Por lo tanto, ninguna acción será dejada de lado. Puede ser que muchas obras buenas pequeñas puedan reunirse y agregar peso en la balanza. Del mismo modo, incluso la maldad más común debe ser evitada, porque pequeños pecados repetidos pueden endurecer el corazón y hacerlo ciego ante la gravedad de las ofensas mayores.

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